Un lugar que quedará grabado a fuego en tu memoria tras tu viaje a Sri Lanka es la Roca del León de Sigiriya. Y es que esta enorme roca de origen volcánico, que parece emerger como por arte de magia sobre una extensa llanura en el distrito de Matale, es sin duda uno de los lugares más impresionantes de la isla.
Sin embargo, pocos conocen su historia y leyenda, algo imprescindible para disfrutar como es debido de su visita. ¡A continuación te la contamos!
En el siglo V d.C, vivía en Sri Lanka un príncipe llamado Kashyapa. Kashyapa era hijo del rey Dhatusena de Anuradhapura y tenía un hermano menor llamado Moggallana, quien, al haber nacido de la Esposa Real, era el legítimo heredero del trono, mientras que Kashyapa, pese a ser mayor, era hijo de una consorte plebeya (hay quien dice que de una concubina).
Kashyapa quería el trono a toda costa, por lo que urdió un plan. Aprovechando las discrepancias entre el rey y un comandante del ejército, dio un “golpe de Estado”, encarceló a su padre y, según cuenta la leyenda, lo emparedó vivo. Por su parte, su hermano Moggallana, temeroso de que Kashyapa no de detuviera hasta matarlo a él también, huyó al sur de India, no sin antes jurar venganza.
Tras proclamarse rey, Kashyapa trasladó la capital al lugar más inexpugnable de la isla: la roca de Sigiriya. Con sus 200 metros de altura (370 sobre el nivel del mar), esta gran roca ofrecía una enorme ventaja estratégica, tanto por lo difícil que resultaba atacarla, como por el control que desde lo alto se tenía de toda la llanura circundante. A su alrededor mandó construir un gran sistema de murallas y fosos, además de jardines, fuentes y piscinas, alimentados por un complejo sistema de riego subterráneo que hoy en día aún funciona.
Sin embargo, nada de esto sirvió a Kashyapa. Seis años más tarde, su hermano regresó de India acompañado por un ejército de mercenarios tamiles para reclamar su derecho al trono. En la batalla que tuvo lugar en la llanura de Sigiriya, Kashyapa (quien tuvo la mala idea de bajar de la fortaleza) fue derrotado y, para evitar ser capturado, se suicidó con su propia espada. Una vez coronado rey, Moggallana devolvió la capitalidad a Anuradhapura, mientras Sigiriya quedó relegada a funciones monásticas (hasta el siglo XIII o XIV, según la opinión de los expertos), y después, al olvido.
No sería hasta 1831 cuando Jonathan Forbes, comandante del ejército británico, “redescubriese” Sigiriya. La roca fue objeto de pequeñas exploraciones arqueológicas a lo largo de los siglos XIX y XX, pero los trabajos no se tomaron verdaderamente en serio hasta 1982, dentro del proyecto del “Triángulo Cultural” dirigido por el Gobierno de Sri Lanka. Gracias a ellos, hoy podemos disfrutar de la visita al que, sin duda, hoy es uno de los lugares más emblemáticos de la isla.
Información sobre la visita: El ascenso a la Roca del León de Sigiriya se hace a través de una larga escalera de 1.231 escalones. Por este motivo es recomendable visitarla a primera hora de la mañana, cuando todavía no hace demasiado calor. En cualquier caso, la subida no se hace del tirón, ya que en el camino hay algunas paradas obligatorias, como los frescos de «Doncellas de Sigiriya» o la «Puerta del León», que da nombre a la roca. Sin duda, la mayor recompensa llega al alcanzar la cima, que además de albergar los restos del palacio, ofrece unas maravillosas vistas.