– ¿Qué es una casta?
Es una división de la sociedad que se aplica en algunos países.
– ¡Ah! Pero eso lo hay en todos los sitios, son las clases sociales.
Bueno, la idea es parecida, aunque no es exactamente lo mismo. Si naces en una casta, también mueres en ella. Da igual lo que hagas en la vida, pues ni tú ni nadie puede cambiarte de casta. Y como nadie elige dónde, cómo ni de quién nace, la casta a la que perteneces “te toca” en el mismo instante en que eres concebido. Las clases sociales permiten ascender o desdencer dentro de ella, mientras que las castas son inamovibles. En India, de hecho, coexisten ambas a la vez: castas y clases sociales.
– ¿De dónde viene todo esto? ¿Ha existido siempre?
Se cree que la idea de organizar así la sociedad llegó con la invasión indoaria. Estos, para evitar mezclarse con la población aborigen de India, impusieron una serie de leyes políticas y religiosas y además los expulsaron al sur del país. La palabra “casta” en sánscrito se traduce como “varna”, que significa color, y alude de alguna manera a la primera discriminación que se hizo basándose en este método.
“Varna”, además de “color”, significa “clasificación”. Los gobernantes de la época dividieron los oficios en cuatro grandes grupos. Cada persona era libre de elegir en qué quería trabajar, aunque esto duró poco, y empezaron a asignar los trabajos en función de la capacidad de cada uno. Además, se consideraba que debía heredarse el oficio del padre (las mujeres eran relegadas a las tareas del hogar), y ahí toma origen de alguna manera el sistema de castas actual.
– Tiene sentido, pero oye, estamos hablando de India. ¿No pinta nada la religión en todo esto?
Sí, claro, como tú has dicho, ¡esto es India! La explicación mitológica dice que cada casta corresponde a una parte del cuerpo del dios Brahma. El primer libro conocido de India, el Purusha-sukta, ya mencionaba, entre otras normas éticas o códigos de conducta, este sistema de estratificación social.
– ¿Y cuáles son, entonces, estas castas?
Hay cuatro grandes castas, que a su vez se dividen en grupos más pequeños (los yatis). Son las siguientes:
La más respetada es la de los brahmanes, que dedican su vida al cuidado de templos o a la enseñanza. Se dice que proceden de la boca de Brahma.
Les siguen los chatrías, y son aquellos que se desempeñan como políticos o militares. Se dice que vienen de los hombros de Brahma.
Los vaishias conforman el grupo mayor, y a él pertenecen los comerciantes, artesanos o campesinos. Afirman venir de las caderas de Brahma.
La casta más baja son los shudrás, que hacen o bien los trabajos menos apetecibles o bien siven esclavos o siervos. Se dice que proceden de los pies de Brahma.
– Siempre que veo un documental de India veo muchas personas que viven en la calle mendigando para vivir. ¿De qué casta son?
Esos de los que hablas son los famosos intocables. Se les considera una clase tan baja que ni siquiera están dentro del sistema de castas. En India son conocidos como dalits, y en castellano como parias. Se les asignan trabajos marginales, como la recogida de excrementos o limpieza de letrinas, y los más afortunados trabajan las tierras más duras (sin tener derecho alguno a poseerlas), creman a los muertos, lavan la ropa de otras castas o recogen basura a cambio de algunas monedas.
Los parias más desfavorecidos tienen prohibido todo lo que no sea mendigar, y algunos incluso hacerlo. Su nacimiento es un abandono a la suerte de un futuro nada prometedor. Ghandi se refería a ellos como “los hijos de Dios”.
– Pero, ¿no es esto un poco injusto?
¡Y tanto que sí! De hecho, en India la discriminación por castas está prohibida por ley desde 1950, aunque no por ello ha sido erradicada. En el ámbito público de las grandes ciudades está discriminación es casi invisible (si bien los yatis siguen teniendo mucho peso), pero en entornos rurales sigue estando bastante presente. Además, muchas ONG’s (buena parte de ellas son indias) trabajan activamente para conseguir una mayor justicia en este asunto.
– ¿Y se ven esos cambios?
Sí, y afortunadamente cada vez más. Algunas personas nacidas como parias han llegado a ocupar importantes puestos políticos, presidir grandes empresas o ser gerentes de alguna entidad pública. Sin ir más lejos, desde julio de 2017 el Presidente de India, Ram Nath Kovind, es un dalit. Cualquiera puede también formar parte del ejército (que, por cierto, es uno de los más grandes del mundo).
Las violaciones, palizas o ataques que hace décadas eran frecuentes son ahora contadas excepciones. Aunque es bien sabido que en India los niveles de pobreza son enormes y palpables en cualquier calle, los vagabundos y pedigüeños no son considerados como inferiores, sino como personas de vida menos próspera.
También hay cada vez más matrimonios de personas de diferentes castas, algo que hasta hace no mucho era del todo impensable y conllevaba conflictos entre ambas familias.
– ¿Cómo se reconoce a alguien de una u otra casta?
¡Buena pregunta! Hay veces en que es relativamente sencillo. Si ves a alguien con prendas caras, o comiendo en un restaurante lujoso, no es muy complicado deducir que pertenece a una casta alta. Los apellidos o trabajos pueden darte alguna pista, aunque no siempre acertarás. Hoy día, en general, no es fácil distinguir las castas, y menos para un extranjero.
– Hablando de extranjeros, ¿con ellos qué pasa?
Los mismos libros hindúes que definen el sistema de castas especifican que éste sólo se aplica a las personas que profesan esta religión. Aún así, no todo el mundo en India sabe esto, y a veces muchos curiosos se acercarán a ti preguntándote por tu “title” (en inglés “título”), una forma moderna de referirse a la casta. Alguno que otro incluso te saludará orgulloso dejándote claro a cuál pertenece. Como decía antes, una cosa es la ley y otra la realidad.
– Menudo país la India…
India es un país que necesita mucho tiempo para entenderlo. Pero no nos engañemos: castas ha habido y hay en muchos otros países del mundo. Por poner algunos ejemplos, en Nepal, donde el hinduismo es religión mayoritaria, se dan condiciones sociales muy semejantes a las de India. En Japón los burakumin suman casi tres millones, y son un equivalente a los parias de India, quedándoles relegados los trabajos menos apetecibles. En Corea ocurre exactamente igual con los baekjeong.
Y no es esto cosa solamente de Asia. Las personas de la etnia fulah, extendida por todo el sahel africano, siguen siendo consideradas inferiores y tomadas como esclavos. Esto era corriente siglos atrás y sigue ocurriendo en muchas regiones.
En América, durante las épocas coloniales se aplicaron regímenes en un buen número de países que no diferían mucho de las actuales castas indias.