Egipto

No cabe duda de que viajar a Egipto es viajar en el tiempo. Y es que en pocos lugares del mundo las huellas del pasado están tan presentes, evocando constantemente la grandeza de una de las civilizaciones más antiguas y longevas de la historia.

Nacida en medio de los más áridos desiertos gracias a la abundancia del grandioso Nilo, esta civilización transformó su estrecho valle en un fértil oasis que permitió el desarrollo de la agricultura, la ganadería, la escritura y las más exquisitas manifestaciones arquitectónicas y artísticas. Así, no es de extrañar que los antiguos egipcios considerasen a este río un dios más de su infinito panteón, junto a otras deidades con formas humanas y animales.

Sus faraones, manifestaciones terrenales del dios Horus, gobernaban con un poder casi divino, dejando un legado monumental que hoy sigue asombrando al mundo y del que las pirámides, la esfinge de Giza o los templos de Karnak  y Abu Simbel son solo sus obras más conocidas. Quienes se permitan ir más allá se encontrarán con un patrimonio inabarcable, con auténticas maravillas que rivalizan con las anteriores.

Pero Egipto no es solo su glorioso pasado. En ciudades como El Cairo o Alejandría la vida moderna late con fuerza, fusionando lo antiguo con lo contemporáneo en un vibrante mosaico cultural. Así, viajar a Egipto es explorar su historia milenaria y descubrir la diversidad de su presente en una tierra que sigue siendo un cruce de culturas.

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