Sri Lanka

Hace siglos era común entre viajeros y navegantes decir que en Sri Lanka mito e historia se confunden. Contaban que el mismo rey Salomón enviaba barcos hasta la isla en busca de marfil y especias, que sus bosques acogían comunidades de monjes ascetas, que un dios hindú luchó contra el mismo demonio en sus tierras para restaurar el bien, y hasta que un rey instaló su capital sobre una roca salvaguardada por gigantescas garras de león.

Actualmente en sus templos resuenan instrumentos mientras se cantan ofrendas, sus habitantes recorren los vestigios arqueológicos recordando un esplendoroso pasado y elefantes y leopardos viven a sus anchas en sus selvas. Mientras sus montañas, forradas por fotogénicos campos de té, son vertebradas por trenes de juguete, en sus mercados se venden flores frescas con las que las mujeres adornan sus cabellos.

Todavía hoy, al recorrer la «isla de la serendipia» leyenda y realidad siguen siendo difíciles de separar, y ese pasado que tanto sedujo a los navegantes se vuelve un auténtico presente.

 

 

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